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Sueño de 0 a 8 años: cómo el descanso impulsa el desarrollo cerebral

El sueño no es un lujo, es un pilar del desarrollo cerebral en los primeros años de vida. Estudios recientes muestran que durante la infancia temprana el cerebro está en gran parte activo mientras dormimos, y que patrones de sueño adecuados permiten una mejor regulación emocional, memoria y aprendizaje.


Comprender cómo acompañar los hábitos de sueño de tu hijo desde el nacimiento hasta los ocho años es una estrategia clave para su crecimiento físico y emocional.

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1. ¿Por qué el sueño es tan crítico entre 0 y 8 años?

En esta etapa se producen cambios rápidos en la arquitectura cerebral, la mielinización y la poda sináptica. El sueño —especialmente el sueño profundo y el REM— facilita estos procesos. Cuando el sueño se interrumpe o es insuficiente, los efectos pueden sentirse en menor atención, mayor impulsividad y menor rendimiento escolar. Una guía concreta del National Sleep Foundation muestra que los niños pequeños necesitan entre 10–13 horas de sueño por día, incluyendo siestas.


2. Principales factores que afectan el sueño infantil

  • Pantallas antes de dormir: la luminosidad y la dopamina activan el cerebro cuando debería ralentizarse.

  • Rutinas inconsistentes: una hora irregular de dormir altera el ritmo circadiano.

  • Ambiente y contexto: habitación poco oscura, ruidos, temperatura elevada o comidas pesadas afectan la calidad del sueño.

  • Estrés, ansiedad o cambios socioemocionales: incluso en niños pequeños estos elementos pueden fragmentar el descanso.


3. Herramientas para acompañar mejores hábitos de sueño

  • Establecé una rutina clara: mismo horario, secuencia predecible (ej. baño -> lectura -> cama).

  • Limitá pantallas al menos 1 hora antes de dormir; preferí actividades de calma.

  • Ambiente adecuado: habitación oscura, temperatura moderada, sin estímulos luminosos intensos.

  • Intervención temprana: si observás despertares frecuentes, dificultad para dormir o cambios en el humor y la conducta, consultá a un especialista.

  • Tené en cuenta que tu propia regulación emocional como cuidador influye indirectamente en la calma del niño.


Dormir bien no es solo “descansar”. Es una actividad esencial para construir el cerebro, consolidar aprendizajes y regular emociones en los primeros años de vida. Acompañar a tu hijo en este proceso no es tarea de una sola noche: es una propuesta de crianza consciente con base científica.Una infancia bien descansada es la base de un desarrollo saludable, emocionalmente equilibrado y con capacidad para aprender.

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